Pablo Ramírez, el pívot más letal del curso en la Primera División de fútbol sala

La contundencia de sus cifras habla por sí sola. Ramírez firmó 132 disparos entre los tres palos a lo largo de la campaña, la cifra más alta registrada en la competición, lo que confirma su influencia constante en el ataque del Jimbee. Su instinto goleador lo llevó a convertir 25 goles —18 en la fase regular y 7 más en los exigentes playoffs— colocándose entre los máximos artilleros del campeonato.
Pero su impacto no se limitó únicamente a los goles. Ramírez también demostró una notable capacidad para asociarse con sus compañeros y generar juego, sumando siete asistencias a lo largo del curso. Esta combinación de eficacia y visión lo convirtió en un referente ofensivo total, capaz de marcar la diferencia tanto con el balón en los pies como en la lectura de cada jugada.
El momento cumbre de su temporada llegó en la gran final ante el Barça, cuando firmó el gol decisivo que selló el título de liga para el conjunto cartagenero. Un tanto que no solo coronó su gran año, sino que además quedará grabado en la memoria de los aficionados como el broche de oro a una campaña inolvidable.
A sus 24 años, Pablo Ramírez ha completado su explosión definitiva en la élite del fútbol sala español. Su mezcla de potencia, precisión y madurez competitiva lo posiciona como uno de los grandes nombres del presente y, sin duda, del futuro de este deporte. En Cartagena ya saben que cuentan con un pívot de garantías, y su nombre empieza a sonar con fuerza más allá de las fronteras del Palacio de los Deportes.